A los 16 años de edad, la Dra. Silvia González tuvo que dejar la escuela secundaria. Después, tuvo que superar numerosos obstáculos y problemas que le presentó la vida. Pero González superó las probabilidades en su contra y logró establecer una carrera notable. Hoy, es la Directora de Investigación sobre Cambio Climático, Justicia Ambiental y Salud en el Instituto de Política y Política Latina de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
La carrera académica de González la llevó a recorrer una ruta “no tradicional” en su vida. Le llevó seis años completar su título de asociado en Los Angeles Valley Community College. En ese entonces trabajaba de tiempo completo y criaba a dos hijos. Cuando se trasladó a la Universidad de California en Los Ángeles conoció a otros académicos en el ámbito de la investigación. Eso despertó su interés. Allí encontró pasión por la investigación.
“Nunca pensé que lograría un doctorado”, dijo González a CALÓ NEWS en una entrevista reciente. “No me pasó por la cabeza. Yo tenía que concentrarme en poner comida en la mesa para mis hijos, en sobrevivir”.
Recordando la frecuente violencia armada en su vecindario de Pacoima en los años 1990, la inseguridad le motivó más aún a continuar sus estudios. Esto sucedió especialmente después de que se convirtiera en madre por primera vez, en 2001.
González agradece al personal de la escuela complementaria a la que asistió en lugar de la secundaria, y a los docentes de su colegio comunitario, los que detectaron su potencial. “Me rodeaban varios latinos que querían apoyarme, que vieron en mí un potencial que yo misma no había visto”, dijo. La tutoría de personas con las que compartía culturas y etnias inspiraron su trayectoria académica.
Asistiendo a la UCLA
De 2007 a 2009, González asistió a la UCLA, y allí obtuvo su Licenciatura en Ciencias en Geografía y Estudios Ambientales. En 2011, continuó sus estudios de maestría, enfocada en Planificación Urbana con especialización en Desarrollo Económico Comunitario.
Fue entonces cuando comenzó a explorar su interés por la investigación. “Me encantaba poder hacer preguntas y pensar en cómo recopilar y luego utilizar las diferentes formas de datos”, dijo González. A medida que las oportunidades seguían apareciendo, dijo, sabía que tenía que correr riesgos por el bien de ella y el de su familia. “Si no hubiera estado rodeada de otras personas de color que me enseñaron los entresijos”, dijo, “no creo que alguna vez hubiera obtenido un doctorado, ni siquiera que hubiera ido a la escuela de posgrado”.
Su experiencia es una anomalía en el mundo académico. La realidad es que las latinas todavía están muy subrepresentadas en la educación superior. Alrededor del 8% de las latinas posee una maestría y el 1% de ellas un doctorado, según un estudio publicado por Excelencia en Educación que examina “Instituciones al servicio de hispanos” (HSI). El Pew Research Center informa que el número de latinas con “títulos avanzados” ha aumentado en un 291% desde 2000, pero las cifras absolutas siguen siendo relativamente bajas.
Barreras en la educación superior
La financiación sigue siendo uno de los principales obstáculos para las latinas que quieren cursar estudios superiores, al igual que para muchos otros estudiantes de color cuyas comunidades están subrepresentadas. Adicionalmente, los estudiantes indocumentados no son elegibles para recibir ayuda financiera federal e incluso tienen restringido el acceso a fondos estatales en algunas jurisdicciones.
En consecuencia, son muchos los estudiantes latinos que no pueden pagar el costo de la matrícula, aunado al de la vivienda y a otros gastos asociados con la educación superior. Según el Pew Research Center, el ingreso familiar medio de los hispanos en 2021 fue de 59.000 dólares por año, mientras que la media general en todo el país era de 67.800 dólares. Las latinas enfrentan disparidades salariales de género, así como restricciones adicionales para lograr el acceso a la educación superior.
Claudia López, profesora asociada de la Universidad Estatal de California en Long Beach, dice que una de las principales razones por las que pudo realizar su doctorado en Sociología en UC Santa Cruz fue el apoyo del programa Ronald E. McNair Postbaccalaureate Achievement Program (a veces denominado McNair). Este lleva el nombre del astronauta y físico Dr. Ronald McNair, quien perdió la vida en el desastre del transbordador espacial Challenger en enero de 1986. Como astronauta y físico afroamericano, McNair abogó por que un mayor número de personas de color logre títulos académicos avanzados.
El programa federal TRIO
El programa McNair es un programa TRIO federal financiado por el Departamento federal de Educación que está diseñado para que instituciones de educación superior preparen a los participantes a estudios de doctorado a través de investigaciones y otras actividades académicas.
(Según el sitio de internet del Departamento de Educación, los programas TRIO son programas federales de extensión y servicios estudiantiles diseñados para identificar y brindar servicios a personas de entornos desfavorecidos. El nombre se refiere a los tres programas originales financiados bajo el Título IV de la Ley de Educación Superior: Upward Bound, Búsqueda de Talento Educativo y Servicios de Apoyo Estudiantil).
El programa selecciona participantes de un grupo competitivo de estudiantes que son los primeros en sus familias en cursar estudios universitarios, que provienen de comunidades históricamente excluidas y que al mismo tiempo demuestran un fuerte potencial académico. Un informe de “Datos básicos” afirma que en 2019-20 los beneficiarios recibieron fondos para ayudar a 5,242 participantes y alrededor del 16% eran instituciones que prestaban servicios a hispanos.
“Ni siquiera sabía que era posible seguir una carrera en investigación”, dijo Claudia López a CALÓ NEWS. Como alguien que también siguió un camino no tradicional hacia la educación superior, López atribuye su éxito al apoyo del programa McNair, especialmente porque su carrera académica comenzó tarde. Aunque actualmente la profesora asociada enseña Métodos de Investigación Cualitativa, Pensamiento Sociológico Moderno y Sociología de la Globalización para el Departamento de Sociología de Cal State, no comenzó a estudiar en la universidad hasta bien cumplidos los 30 años. Después de la secundaria, López trabajó como telemarketer en la ciudad de Long Beach donde, según dijo, se enfrentó a condiciones laborales de explotación y maltrato. “Ni siquiera tenía palabras para describir lo que estaba experimentando”, dijo López. “Los jefes coqueteaban con las mujeres [empleadas] y yo pensaba, eso está realmente muy mal”.

Impulsada por sus aspiraciones a proseguir una mejor carrera y un ambiente laboral mejor, López se matriculó en Long Beach City College en 2006 y luego se graduó con una licenciatura en Sociología de la Universidad Estatal de San José en 2008. Originalmente tenía la intención de seguir una carrera en fotoperiodismo, pero se sintió atraída por la investigación sociológica porque le dio una idea de los factores estructurales e históricos que resultan en que “las personas tomen decisiones que son limitadas”.
Cursando una maestría
Como hija de padres inmigrantes mexicanos y colombianos, López sintió una conexión personal con el estudio de la migración global y el impacto del desplazamiento de poblaciones sobre la gente. Obtuvo su maestría y su doctorado en Sociología en la Universidad de California en Santa Cruz (UCSC). Para su doctorado, López se enfocó en Estudios Latinoamericanos y Latinx y Estudios Feministas, lo que le permitió investigar el tema de los desplazamientos y la migración forzada en Colombia y el sur de California, examinando los vínculos entre tiempo, espacio y pertenencia en el siglo XXI.
A medida que los estudiantes latinos continúan sorteando los obstáculos de la educación superior, muchos han optado por contribuir buscando posiciones de liderazgo académico que abordan las brechas de equidad. Las tasas de graduación de latinos en instituciones de dos años se han mantenido en alrededor del 33% desde 2018, y en alrededor del 52% para aquellos en instituciones de cuatro años, según estadísticas publicadas por Excelencia en Educación.
Serina Bravo es asesora de programas estudiantiles y asistente de investigación en la Universidad del Sur de California (USC). Bravo obtuvo su Doctorado en Educación (Ed.D), lo que, según ella, la ayudó a aprovechar sus habilidades de liderazgo educativo para apoyar a otros graduados universitarios que, como ella, son de primera generación.
Bravo obtuvo una licenciatura en Psicología y Comportamiento Social y otra en Ciencias de la Educación de la Universidad de California Irvine (UCI) en 2015. Como la mayor de tres hermanas, reconoció desde el principio de su carrera académica lo importante que era establecer requerimientos de alta calidad para sus hermanas.
Los bisabuelos de Bravo originalmente emigraron a Estados Unidos desde México y sus padres provienen de la ciudad de Whittier. Le cuenta a CALÓ NEWS que siempre sintió la responsabilidad de ser un modelo a seguir, de ser un ejemplo para su familia. “Definitivamente eso es lo que me ha motivado a llevar a cabo mi doctorado porque quiero que mis hermanas sepan que ellas también pueden hacerlo”.

Hay que acreditar al sistema de apoyo
Bravo le da crédito al apoyo de sus mentores en el liderazgo académico que la ayudaron y guiaron sus decisiones profesionales. De 2015 a 2017 asistió a la Universidad del Sur de California y obtuvo allí una Maestría en Educación en Administración Postsecundaria y Asuntos Estudiantiles.
Como estudiante de maestría de la universidad Rossier en el sur de California, especializada en la educación, en 2016, Bravo tomó una clase de Etnografía Educativa Aplicada con la profesora de investigación Zoë Corwin, centrada en la investigación para mejorar el liderazgo en la educación superior, de adultos y profesional. El curso tuvo un gran impacto en Bravo, que luego continuó con su doctorado en educación, con especialización en Administración de Educación Superior.
Los primeros años de su doctorado en educación (Ed.D) en USC tuvieron lugar virtualmente a raíz de la pandemia del COVID-19 que inició en 2020. Eso hizo que el desarrollo de relaciones sociales con su cohorte y sus profesores fuese un desafío. Sin embargo, una vez que las clases regresaron a tener lugar en persona, pudo establecer conexiones más significativas con sus compañeros de ideas afines.
La decisión de Bravo de seguir un programa Ed.D se basó en sus propias experiencias en el ámbito académico como estudiante de color de primera generación. “Tener ese apoyo durante un momento crucial de mi vida me hizo querer retribuir a otros estudiantes universitarios”, dijo a CALÓ NEWS, “especialmente a los estudiantes de poblaciones estudiantiles históricamente marginadas que podrían necesitar ese apoyo adicional”. Además, el programa Ed.D le permitió la flexibilidad de continuar trabajando a tiempo completo, mientras continuaba pagando sus préstamos estudiantiles.
Aunque la financiación se cita con frecuencia como una de las razones por las que las latinas representan sólo el 1% de los estudiantes que cursan un doctorado, este dato sólo sirve como el espejo de un problema más amplio dentro de la educación superior. Es por eso que las universidades tienen la obligación de defender a los estudiantes latinos e invertir en el reclutamiento de estudiantes “no tradicionales”, estudiantes que tengan talento y potencial. Las contribuciones de académicos como González, López y Bravo continúan allanando el camino para futuras generaciones de estudiantes latinos y permiten vislumbrar las posibilidades que existen para los estudiantes latinos que pueden haberse desviado del camino académico y ahora tratan de encontrar el camino de regreso.
Como dice la profesora asociada López: “Recuerdo a mis alumnos todo el tiempo que deben tener cuidado de apegarse a la idea de un cronograma y un plan perfectos, porque eso es algo que crea fronteras y límites dentro de nosotros mismos”.