Ha pasado más de un año desde que me gradué de la universidad y recibí mi licenciatura en periodismo de la Universidad Estatal de California en Dominguez Hills.

En mayo del año pasado, me estaba preparando para iniciar la primera etapa después de mi graduación y me parecía estar soñando. Al entrar al recinto de la ceremonia de graduación junto a mis compañeros, recuerdo haber pensado en mi yo de la escuela secundaria, que ni podía imaginar que iba a participar en una graduación universitaria, y mucho menos si era la mía.

“¡Dios mío, esto está sucediendo de verdad!” Recuerdo haberle dicho a mi amiga cuando escuchaba los nombres de los compañeros de estudios que se estaban graduando. Es casi como si tuviera que decirlo en voz alta para creer realmente que me estaba pasando.

La universidad no fue fácil para mí. Para graduarme, me fueron necesarios cinco años y asistir a dos colegios comunitarios, uno en el Este de Los Ángeles y el otro en el Sur de Los Ángeles. Pasé muchas noches de insomnio y muchas dificultades en cada paso hasta que pude finalmente caminar por ese escenario durante la graduación. Estoy muy contenta de haberlo logrado. Estoy feliz de haber perseverado y de haber creído en mí mismo.

Graduarme de la universidad no significó únicamente el cumplimiento de mi meta. Fue también el resultado del esfuerzo de mis padres, que emigraron a Estados Unidos en busca de una vida mejor para mí, y del esfuerzo de las generaciones más jóvenes de mi familia, que me han inspirado sin siquiera saberlo.

Recibirme de licenciada en periodismo es uno de mis mayores logros hasta ahora.

Y aunque aprendí muchísimo mientras asistía a la universidad, aprendí aún más un año después de graduarme. Estas son las lecciones que todavía estoy aprendiendo y los procesos en los que todavía me estoy iniciando. Estos son solo mis aprendizajes, mis propias observaciones posteriores a la graduación; no tienes por qué ser seguirlos como si fueran una guía, porque todos somos diferentes. Pero espero que encuentres un poco de verdad o tal vez una o dos frases que te inspiren viniendo de una latina que es la primera generación de su familia en graduarse de la universidad.

1. El agotamiento posterior a la graduación es real

Después de más de un año de graduarme de la universidad, hay momentos en los que me despierto en medio de la noche y, por dos o tres segundos me parece que me he perdido una tarea de la universidad. O me despierto pensando que llegaré tarde a la escuela o que me quedé dormida mientras hacía la tarea. Pero al cuarto segundo me doy cuenta de que ya no estoy en la escuela y que no tengo clase. Mi pecho de repente se siente menos apretado y me siento mejor al saber que puedo despertarme para ir a trabajar. 

Si tu último año en la universidad fue tan agotador, duro y exigente como el mío, habrá momentos en los que el agotamiento y el estrés previos a la graduación seguirán apareciendo durante tu vida posterior a la graduación. 

Durante la universidad, a pesar de lo estresada y mentalmente agotada que estaba, nunca busqué ayuda ni apoyo. Superé el cansancio haciendo lo mejor que pude para terminar. Pero quisiera haber buscado ayuda, porque creo que eso me habría ahorrado aquellos momentos en los que todavía hoy siento que estoy luchando para abrirme camino. Mentalmente, sigo pensando que me estoy superando, que me estoy recuperando del año de agotamiento extremo que pasé. 

La  sensación de agotamiento extremo todavía aparece de vez en cuando. Ahora, cuando me siento agotada, empiezo a encerrarme en mí misma. Mi respuesta de lucha o escape no funciona tan bien como antes. 

Alrededor del 65% de los estudiantes universitarios latinos tienen problemas de salud mental y no reciben tratamiento. Es menos probable que utilicen los servicios de salud mental del campus que sus compañeros blancos, según un nuevo estudio de investigadores de la Universidad de California, Riverside. 

Si todavía estás cursando estudios en la universidad y notas que tu salud mental está empeorando, busca apoyo. Si ya te graduaste y tienes problemas de salud mental que perduraron después de la universidad, no es demasiado tarde para buscar ayuda en los  servicios de salud mental existentes en tu área. 

El Departamento de Educación de California te brinda estrategias, recursos y capacitación en temas de salud mental, incluido el manejo de tragedias, intervención y prevención de crisis, psicología escolar y la prevención del suicidio. Para obtener más información sobre estos servicios, haz clic AQUÍ.

2. Importas por lo que eres, no por tu carrera

Una de las mejores lecciones que he aprendido desde que me gradué es que las personas importan por lo que son, no por sus títulos personales, sus trabajos o sus títulos profesionales. Sé que ir a la universidad es un gran privilegio, especialmente viniendo de una comunidad latina de primera generación y de bajos ingresos como en la que crecí. Y aunque estoy agradecida por haberme graduado de la universidad, sé perfectamente que un título ni te hace ni te rompe.

Siempre pensé que ser un graduado universitario era lo mejor y más grande que podía haber. Pero la verdad es que ser una persona buena, honesta y amable vale mucho más que un título. Es importante celebrar un logro tan grande como graduarse, realmente lo es. Pero he aprendido que le importo más a la gente por lo que yo soy como persona.

3. La teoría es genial, pero la teoría sin práctica no es nada

Durante mi educación universitaria, aprendí mucho. Estando en un colegio comunitario y en la Universidad Estatal de California en Dominguez Hills, de donde me gradué, tomé más de 45 clases. En mis últimos dos años de estudios, tomé todas las clases básicas de mi especialidad, todas ellas cursos de periodismo. Allí aprendí todo lo que pensé que había que aprender sobre periodismo. 

Pero cuando conseguí mi primer trabajo como periodista, me di cuenta de que los libros de texto y las teorías no me ayudarían tanto como pensaba. No me tomó mucho tiempo recordar la cita del revolucionario Fred Hampton, el líder estadounidense de los derechos civiles y vicepresidente del capítulo de Illinois del Partido Pantera Negra. 

Una vez, Hampton dijo: “La teoría es genial, pero la teoría sin práctica no vale nada”. En poco tiempo, me di cuenta que mis primeras dos semanas en mi trabajo de reportera me enseñarían más que un año de clases de periodismo. Como recién graduada, sabía que era hora de poner en práctica lo que había leído y las notas que había tomado. Aunque la teoría de la información y del periodismo son importantes, solo podría hacer mi trabajo si salía de mi zona de confort y adaptaba las enseñanzas del libro de texto a los escenarios de la vida real.

4. Graduarse de la universidad ayudará a las generaciones más jóvenes de tu familia a saber lo que ellos pueden lograr

Durante en mi último año de secundaria, no pensaba realmente que iría a la universidad. Aunque ya había enviado solicitudes de ingreso y me habían aceptado en tres de las cuatro universidades de California, nunca pensé que realmente estudiaría en una de ellas. Perdí la fecha límite del 1 de mayo, que es el último día para que los posibles estudiantes de primer año acepten estas ofertas de admisión y envíen depósitos de inscripción a las escuelas que eligieron. 

La universidad no era algo de lo que hablábamos en casa. Mi madre ha trabajado desde los 12 años, y era una inmigrante de México que, aunque quería, no entendía el sistema educativo estadounidense. No tenía idea de cómo pagaría la universidad porque como estudiante indocumentada yo no calificaba para FAFSA, el plan gubernamental de ayuda financiera para la universidad. No sabía cómo dejaría atrás mi hogar ni cómo inscribirme en las clases. Todo era territorio desconocido. Pero después de un tiempo, decidí que lo resolvería, y el otoño después de graduarme de la escuela secundaria, solicité ingresar en el East Los Angeles Community College. Cinco largos años después, me gradué con una licenciatura, la primera en mi familia en hacerlo. 

En 2021, aproximadamente una cuarta parte de los latinos de 25 a 29 años (23%) obtuvieron una licenciatura, frente al 14% en 2010, según las últimas estadísticas publicadas por el Pew Research Center. 

La cantidad de latinos que se gradúan de la universidad aumenta año tras año. Y si eres un graduado de primera generación, estás pavimentando el camino para que esto sea más fácil para tus hermanos o primos más jóvenes, e incluso para tus hijos cuando crezcan. 

No subestimes la influencia que tu decisión de asistir a la universidad y obtener un título puede tener en las generaciones más jóvenes. El día después de mi graduación, mi prima de ocho años me preguntó en cuántos años ella obtendría un diploma universitario. Le dije que no podía darle un tiempo exacto, porque es algo diferente para cada uno y porque cada uno tiene su propio camino. “Me tomó cinco años, tal vez tú lo hagas en cuatro o en tres”, le dije. 

La he visto un par de veces desde entonces, y siempre saca a relucir el tema de la universidad. Dice que no puede esperar para ser veterinaria, y estoy tan emocionada como ella porque sé que podré guiarla, responder las preguntas que pueda tener sobre cómo asistir a la universidad y ayudarle a solicitar ayuda financiera, porque yo ya he pasado por ello. Me alegra que se hable de la universidad en casa, dentro de nuestras familias. Ese es el legado que generamos los estudiantes universitarios de primera generación.

5. La creación de redes sociales es vital, las conexiones que creas como estudiante universitario pueden abrirte puertas más adelante

Escuché esto muchas veces de profesores, consejeros y asesores: la universidad es importante, no solo por lo que aprendes en tus clases y el diploma que recibes en tu graduación, sino también por las personas que conoces y las conexiones que haces. Es un consejo importante que debemos tomar en serio. 

Obtuve mi primer trabajo fuera de la universidad después de que un coordinador de pasantías en una etapa anterior me animó a que me entrevistara y solicitara ese trabajo. Se había acordado de mí y de mi trabajo de esa pasantía. 

Había obtenido aquella esa pasantía gracias a una amiga que me lo contó y que la había hecho un año antes con aquella misma publicación. Me recomendó y habló bien de mí. Conocí a esa amiga cuando ambos trabajábamos en el periódico de la universidad, al que me uní en el segundo semestre después de haberme transferido. 

No entré pensando en con quién debería crear conexiones. No fue algo forzado. En cambio, me dije a mí misma que estaría abierta a hacer nuevos amigos. Decidí  además decir ‘sí’ más que antes y salir de mi zona de confort. Así me conecté con la gente, así hice el llamado “networking”. Hoy trato de mantenerme en contacto con mis compañeros de clase y mis profesores, no sólo porque estamos en el mismo campo de trabajo, sino también porque sé que les puedo pedir ayuda o consejos si alguna vez lo necesitara.

6. La vida puede parecerte una rutina interminable; aprende a gozar de las pequeñas cosas

Después de la universidad, tu vida te parecerá un poco diferente. Ya no tienes cinco clases que te mantienen ocupada. No estás involucrada en ningún grupo universitario ni en actividades extracurriculares. Ya no ves tanto como antes a tus amigas de la universidad ni a tus compañeras de cuarto, si es que alguna vez los ves. 

Si vas directamente a un trabajo, trabajarás largas jornadas. Deberás dividir tu tiempo libre entre tu familia, los amigos y el cuidado de tí misma. Asumirás responsabilidades que podrían crearte dificultades. Tus vida será diferente a la de la universidad. Comenzarás a sentir el peso de ser una adulta. Te parecerá que la rutina del trabajo nunca termina. 

Por eso es tan importante que te cuides tanto mental como emocionalmente, y que encuentres alegría en las cosas pequeñas (pero significativas) de la vida. Tal vez trabajes todo el día, de 9 a 5. Pero aún así tendrás tiempo de ir a tu restaurante o bar favorito para tomar una copa después del trabajo, o para llamar a tu mejor amiga, o para hacer una cita para cenar con tu pareja. A menudo esperamos que sean las grandes cosas de nuestra vida las que nos traigan alegría, como una boda, un viaje al extranjero o ganar la lotería. Pero la alegría existe en las cosas que suceden entre, antes, durante o después de un largo día de trabajo. La alegría está ahí, esperando que la aceptes.

Pasar tiempo al aire libre o en la naturaleza es la forma en que me recargo cuando las cosas comienzan a sentirse como una rutina

7. El síndrome del impostor es real y es posible que nunca desaparezca

Nada me ha sido tan difícil después de la universidad como el síndrome del impostor, el sentimiento de no merecer lo que uno ha ganado. Aunque el término ganó popularidad en los últimos años, el síndrome del impostor ha sido un fenómeno experimentado durante décadas, especialmente en la comunidad latina. Ha aparecido en mi vida en forma de sentimientos intensos de duda y de no pertenencia. Esto puede afectar severamente la salud mental. Inicialmente. Yo creí que al obtener mi diploma universitario y ser una estudiante universitaria de primera generación aliviaría estos sentimientos, pero estaba equivocada. 

Por el contrario, el sentimiento de no ser lo suficientemente buena o de no pertenecer al lugar en donde me encuentro se hizo más intenso después de graduarme de la universidad y de ingresar a la fuerza laboral. Aunque tengo 25 años, a menudo doy la apariencia de ser mucho más joven. Como reportera que frecuentemente debe hacer entrevistas, asistir a conferencias de prensa y hacerles preguntas a organizadores comunitarios, líderes políticos o académicos, a veces dudo de mí misma. Aunque sé cómo hacer mi trabajo, me preocupa cómo me vean. ¿Pensarán que soy demasiado joven? ¿O inexperta? ¿Me tomarán en serio? La mayoría de las veces, internalizo estos pensamientos y empiezo a sentir que quizás no pertenezca al lugar en donde estoy. No solo por mi edad. Como inmigrante latina de piel oscura, no ves que otras personas que se parecen a tí hagan tu mismo trabajo, que lideren tu ciudad o que los contraten al puesto de tus sueños. Esto hace difícil que te sientas segura de ti misma. 

Dicho esto, no creo que la persona que siente el síndrome del impostor sea la única que debe solucionarlo. Como sociedad, debemos crear espacios diversos, que representen a las comunidades que servimos. Debemos trabajar para construir una sociedad que rechace el prejuicio sistémico y que destruya las condiciones que hacen que las personas de color crean que son menos. Porque la verdad es que no somos menos. 

He aprendido que, aunque no sea fácil, el síndrome del impostor se puede superar. Para algunos de nosotros, puede ser una batalla diaria, hasta que un buen día ya no tiene el mismo impacto negativo. Yo he aprendido a ser paciente conmigo misma cuando los pensamientos negativos entran en mi mente. Sé que lo que pienso sobre mí misma en ese momento no es real, que son solamente pensamientos que he internalizado de la sociedad en la que vivo y las condiciones en las que crecí. Que eso no es mi culpa. También he aprendido a dejar de lado el perfeccionismo y celebrar las victorias, y a saber que ninguna victoria es demasiado pequeña. 

Antes solía pensar en mi éxito como el producto de la buena suerte, de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado o el resultado del arduo trabajo de los demás, cuando de hecho, es mi propio conocimiento y dedicación lo que me da esa victoria.

8. Siempre serás una estudiante

Graduarse de la universidad no es el final de tu viaje de aprendizaje. La vida posterior a la graduación me ha enseñado que siempre seré una estudiante, no solo en mi propio campo profesional sino en la vida en general.

Me he dado cuenta de que estudiar y tomar notas no son solo prácticas correctas para la escuela. Me he encontrado revisando mis viejas notas y escribiendo otras nuevas. Todavía me siento como si fuera una estudiante. Pero ahora depende de mí aprender las nuevas prácticas periodísticas y estar al día con lo que impacta mi trabajo y mi carrera. Lo que sí, ahora necesito aprender en mi propio tiempo.

También he aprendido que incluso los profesionales más experimentados no lo saben todo, que ellos también son estudiantes. Como estudiante, aprendí que está bien hacer preguntas y buscar el apoyo de mis mentores y supervisores. Que no sepas algo no significa que seas incapaz o que no sepas lo que estás haciendo; significa que estás ansiosa por aprender y que quieres dar lo mejor de ti, y eso es admirable.

9. Está bien si eres es una joven universitaria recién graduada, sin experiencia, porque hay empleadores que te quieren contratar

En la universidad, a menudo escuchamos que el mercado laboral es competitivo y que debemos ser los mejores empleados, los más destacados para sobresalir para que nos contraten. Esto a menudo nos lleva a creer que no somos aptos para el empleo, que no estamos listos para emprender una carrera profesional,  que deberíamos prepararnos más antes de solicitar el empleo que queremos. 

Pero he aprendido que está bien si todavía estás aprendiendo. Está bien si tu currículum es un documento de una sola página y no cuatro o cinco. La realidad es que las empresas y los empleadores todavía están dispuestos a contratarte, a enseñarte las características de su empresa, a asesorarte. Los recientes graduados universitarios ingresan a un mercado laboral muy prometedor, según afirma la Asociación Nacional de Universidades y Empleadores (NACE). 

En un estudio reciente, la NACE descubrió que los empleadores planean contratar un 14,7% más de graduados de 2023 en comparación con la clase de 2022. Casi la mitad de los empleadores encuestados para el estudio creen que la clase de 2023 está entrando en un mercado laboral que va de muy bueno a excelente. Por lo tanto, solicita ese trabajo. Ve a esa entrevista. No esperes el “momento adecuado”, porque solo haciendo el trabajo y comenzando en algún lugar vas a acumular experiencia. Los empleadores están dispuestos a enseñarte, prepararte y apoyarte, porque después de todo alguien lo hizo por ellos. 

No seas la primera persona en decir “no” a lo que puede ser un futuro prometedor en la carrera de tus sueños.

Encuentra más historias en español en este link.

Print Friendly, PDF & Email

Brenda Fernanda Verano is a journalist born in Mexico and raised in South Central, LA. Verano is a two-time award winner in the California College Media Association Awards. At CALÓ News, she covers...