Nadie debería trabajar gratis, especialmente quienes no pueden pagar sus gastos mínimos. Pero eso es precisamente lo que Carlos Mark Vera vio en Washington D.C. cuando llegó de California para estudiar en la American University.
El 61% de los estudiantes universitarios del país ha trabajado en una pasantía. De esos estudiantes, el 46,5% no fueron remunerados.
El 27 de julio fue el Día Nacional del Becario. A Vera le hubiese gustado que se le pagara a cada uno de los becarios por su trabajo.
Él lo sabe de primera mano. Para ayudar a pagar sus estudios universitarios tuvo que trabajar en toda una serie de empleos. Hasta formó parte de las Reservas del Ejército durante varios años. Con el pago que recibió de estos empleos pudo luego trabajar en pasantías no remuneradas. Le dieron mucho prestigio pero no dinero.
La capital de la nación es el lugar con la mayor cantidad de pasantes del país. Estos llegan a Washington para trabajar en el Capitolio, la Casa Blanca, así como en agencias federales, oficinas de cabildeo y cualquier otra organización del mundo de la política y las políticas.
Las pasantías se parecen a los programas de acción afirmativa. Ambos se han promovido como una oportunidad para ayudar a los estudiantes de color y de bajos ingresos para tener el mismo acceso a programas que los demás. Es en las pasantías donde estudiantes experimentan su primera experiencia laboral profesional real. Es allí donde forman sus primeras relaciones importantes, capaces de llevarlos a oportunidades reales. Pero solo con la experiencia es difícil, si no imposible, obtener un trabajo de tiempo completo. La experiencia no paga las cuentas.
Vera decidió hacer algo al respecto y fundó con su amigo Guillermo Creamer Jr., también él un pasante no remunerado, el grupo Pay Our Interns (Pague a nuestros pasantes) en 2016.
“Comencé Pay Our Interns después de haber trabajado en tres pasantías no remuneradas: en el Congreso, la Casa Blanca y en la oficina estadounidense del Parlamento Europeo”, dice Vera a CALÓ NEWS. “Fue una lucha. Pero también me di cuenta de que si mis amigos latinos en la escuela ni siquiera hicieron una pasantía no remunerada, fue porque no podían permitirse el lujo de trabajar gratis. Y luego no pudieron conseguir empleo pago porque no tenían la experiencia que proporciona una pasantía. Mi experiencia personal fue la de trabajar gratis en una pasantía, servir de mozo en un restaurante 20 horas a la semana y cursar cinco clases, todo al mismo tiempo”.
Vera hasta encontró tiempo para fundar Justice for AU Workers (Justicia para los empleados de la American University). Esta organización laboral estudiantil, una de las más grandes del país, aboga por los trabajadores de color. En esa época, también lideró campañas, tanto en las redes sociales como de base, que culminaron en la creación de un programa de becas de viaje completo para los hijos de los empleados de Aramark, una empresa de servicios de comida, instalaciones y uniformes. Fue una de las primeras becas de su tipo en todo el país.
Un estudio reciente de la Asociación Nacional de Universidades y Empleadores halló que los estudiantes de color tienen menos probabilidades de obtener pasantías pagas que los blancos. Los autores encuestaron a más de 22,000 estudiantes de 470 colegios comunitarios y universidades en todo el país. Descubrieron que sólo 10% de todos los estudiantes latinos graduados han trabajado en pasantías, en comparación con 71% de los estudiantes blancos no hispanos. Además, la encuesta encontró que los estudiantes latinos constituyen menos del 8% de los que lograron tener pasantías pagas.
“Las pasantías no remuneradas dejan de lado a aquellos estudiantes que no pueden pagar sus gastos, y lo que hacen es profundizar aún más la desigualdad económica”, dijo Vera.
Entre los que tienen pasantías pagas, según el documento, 79% son estudiantes blancos no hispanos y solo 8% son latinos. Los estudiantes de primera generación representan 22% de los estudiantes que fueron encuestados y solo 19% de los pasantes remunerados. Además, los latinos fueron el grupo con mayores probabilidades de no haber tenido pasantías al momento de graduarse.
Algunos lugares que emplean pasantes les ofrecen créditos universitarios en lugar de estipendios o pagos. Vera aduce que eso es aún más problemático todavía, porque significa que los estudiantes están pagando, a través de la matrícula, para trabajar gratuitamente en una pasantía. Peor es aún la situación de aquellos estudiantes que ni siquiera pueden pagar la matrícula o asumir más deudas.
Pay Our Interns presentó su propio estudio al Congreso, el primero de su tipo: Experience Doesn’t Pay the Bills, La experiencia no paga las facturas, que consiste en una lista de aquellos congresistas que pagan a sus pasantes y los que no. Ese informe ayudó a transmitir el mensaje de que aunque las pasantías no remuneradas son la norma, no son correctas.
Adicionalmente, algunos grupos y organizaciones requieren una cierta cantidad de horas de trabajo, como ser enseñar o hacer tareas de trabajo social, para poder graduarse, y no proporcionan ninguna enumeración. “Hay poca supervisión de este problema. Trabajan y no les pagan, pero en el caso del trabajo social, esos grupos y organizaciones están facturando a Medicare y Medicaid. No es justo”, dice Vera.
También según la Asociación Nacional de Universidades y Empleadores, los latinos constituyen el grupo menos propenso a recibir pasantías pagas e incluso pasantías no pagas.
“Eso es importante porque en el mercado laboral actual, los empleadores demandan tanto la credencial, el título, como la experiencia. Esa experiencia es la que uno puede obtener a través de las pasantías. Las pasantías le indican a los empleadores que estás listo para ser contratado. Constituyen entonces un vehículo para la movilidad social.
Pero “los latinos en la universidad tienen más probabilidades de trabajar como meseros o cajeros, el tipo de trabajos que les sirve para llegar a fin de mes, que hacer una pasantía”, dice Vera. “Cuando se gradúan no tienen las redes de contactos que sus contrapartes blancos consiguieron a través de las pasantías. No tienen la experiencia de haber trabajado en los temas que estudiaron en clases. Al final, lo que hacemos es crear un techo de cristal para los latinos. Muchos de nosotros no venimos de familias con esas conexiones y redes integradas. Es por eso precisamente que las pasantías ayudan y son particularmente importantes para los latinos”.
En sus pocos años de funcionamiento, Vera y su equipo en Pay Our Interns cabildearon con éxito para obtener pasantías pagadas en el Capitolio, la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Vera intenta lograr que otras agencias federales paguen a los pasantes. Una ironía particular es el Departamento federal del Trabajo, hasta hace poco liderado por un ex líder sindical, que es una de las agencias que no pagan a los pasantes.
Pay Our Interns ha solicitado al Departamento del Trabajo no solo que pague a sus propios pasantes, sino que también elimine una exención a la ley de Normas Laborales Justas que clasifica a los trabajadores no remunerados como “voluntarios,” porque eso los hace inelegibles para recibir protección laboral, según la ley que establece reglas sobre salario mínimo y horas extras, entre otras consideraciones. Pay Our Interns también solicita eliminar la exención otorgada a organizaciones sin fines de lucro de la Ley de Normas Laborales Justas.
“Algunas de estas organizaciones sin fines de lucro tienen presupuestos de decenas de millones de dólares, pero tampoco ellas les pagan a sus pasantes”, dice Vera y agrega: “Y si no te pagan, no eres un empleado, por lo que no estás cubierto por las protecciones para los trabajadores”. Vera menciona que Pay Our Interns también está solicitando al Departamento del Trabajo y su Oficina de Estadísticas Laborales que busquen y recopilen datos sobre los pasantes y sus pasantías.
Vera, quien nació en Colombia y se crió en Victorville, California, dice que mientras que en la capital del país Pay Our Interns ha tenido un éxito relativo, eso no ha ocurrido en California. Hoy, más del 90% de las pasantías en la Cámara de Representantes y el Senado federal son remuneradas. Pero en la Asamblea Legislativa en Sacramento solo el 10% lo son. Y en el Senado estatal, no hay ni siquiera una pasantía pagada. Esto sucede en un estado que se considera a sí mismo uno de los más progresistas del país, dice Vera. Agrega que un proyecto de ley reciente que creaba pasantías pagas en la Legislatura murió en comité a pesar del trabajo que hizo Pay Our Interns.
“Parecería que los legisladores en California quieren aprobar este tipo de legislación, que están a favor de los trabajadores y que apoyan un salario digno. Pero lo que también dicen es ‘que se jodan los pasantes’. Creo que eso es hipócrita”, dice Vera. Es un problema no solo en Sacramento, agrega.
“Hay una cultura muy profunda de pasantías no remuneradas en toda California. Acabo de tomar una en Hollywood. Y eso nos deja a muchos de nosotros fuera”.
Es más fácil promover pasantías remuneradas en la capital del país que en la capital del estado, y eso lo inspira a seguir trabajando para lograr que otros participen, dice Vera.
“Uno de los efectos de nuestro trabajo es que muchos más lugares están ahora ofreciendo pasantías remuneradas, incluyendo a organizaciones sin fines de lucro. Los estudiantes se están organizando en grupos como Green2.0 por ejemplo, y son activos en el tema de la justicia ambiental. Una de las razones por las que el trabajo (profesional) es tan homogéneo son las prácticas no remuneradas y los bajos salarios iniciales. Es por eso que apoyamos a los grupos que impulsan las prácticas remuneradas.
Vera ha sido reconocido por su trabajo y recibido numerosos premios y menciones, incluido el “Premio Rising Start de Latino Leaders Network” a entregarse en septiembre y que anteriormente honró al exalcalde de Los Ángeles Antonio Villaraigosa, al senador estadounidense Alex Padilla y al expresidente de la Asamblea estatal Anthony Rendón, todos del sur de California.
“Parte de este problema es que no hay suficiente supervisión y regulación laboral de las pasantías en este país”, dice Vera a CALÓ NEWS. “Es difícil hacer un seguimiento cuando no se conocen los números exactos”, agrega. “Si no puedes cuantificar algo, ¿cómo sabes cómo solucionarlo? Es como el Lejano Oeste. Creo que a largo plazo necesitamos crear mejores parámetros para las pasantías”.
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